Cuatro rincones curiosos en Viena.

Viena es una ciudad que atrae a miles de visitantes cada día. Corazón de Europa, hogar de Sisi Emperatriz y sus majestuosos palacios o ciudad donde Mozart y Beethoven deslumbraron con su música al mundo, son razones suficientes para visitar la capital austríaca. Pero en este post os traemos cuatro rincones curiosos de Viena que pocos conocen.

¿Sabes que en Viena existe una placa de bronce en honor a Stalin?

Son muchos los viajeros que visitan Viena para conocer el Palacio de Shönbrunn, edificio lleno de opulencia, bellísimos jardines y salones de ensueño y, por supuesto, hogar de Sisi.

Pero muy pocos viajeros conocen que a pocos metros de este lugar se encuentra una placa en bronce dedicada al dictador soviético Stalin, personaje conocido por su participación en la Segunda Guerra Mundial y extrema crueldad.

Concretamente, esta placa se sitúa en la calle Schönbrunner Schobstrabe 30, suponiendo el único recuerdo conmemorativo en Occidente al líder soviético. Muy llamativa esta placa para los amantes de la historia y para darla a conocer en este post de cuatro curiosos rincones en Viena.

Y es que Viena, al igual que Berlín, tras la Segunda Guerra Mundial fue ocupada por los soviéticos y las fuerzas occidentales, pero a diferencia de Berlín, la ciudad no fue dividida en cuatro áreas de influencia de manera permanente, ya que se llegó a un acuerdo en 1955 (Tratado de Estado de Austria), para que las fuerzas vencedoras se retiraran y Austria tomara el status de país neutral (este status lo sigue manteniendo hoy en día, siendo miembro de la UE pero no de la OTAN).

Pero la URSS añadió una condición adicional para su retirada y era que los símbolos Comunista y soviéticos en Viena se siguieran respetando y conservando.

Y así se hizo, llegando hasta nuestros días, el Monumento a los Héroes del Ejército Rojo o esta placa en honor a Stalin.

La Placa de Stalin fue inaugurada en 1.949 para conmemorar el 70 cumpleaños del líder soviético, colocándola el Partido Comunista de Austria, situándose en un edificio en el cual Stalin vivió una etapa de su vida en 1.913 con el objetivo de entrevistarse con otros líderes comunistas en el exilio (entre ellos con Trostki, al que mandó asesinar años después) y preparar la revolución rusa.

Curiosamente en Viena estuvieron viviendo de manera contemporánea varios personajes que marcarían el devenir de Europa en los años posteriores, como el propio Stalin y Hitler.

Con el tiempo, la placa continua en su mismo lugar, pero la inscripción ha variado. Ya en ella no se recuerda la figura de Stalin como un liberador, sino que se mantiene en recuerdo a las miles de víctimas de este cruel dictador, en especial, a los austríacos que asesinó en su dura represión y régimen del Terror.

2. La Iglesia Ortodoxa rusa de San Nicolás.

En Viena hay cientos de iglesias bellisimas como la Catedral de San Esteban o la Iglesia de San Carlos Borromeo, una de las más famosas para disfrutar de un concierto de música clásica.

Pero muy cerca del Palacio de Belvedere, se encuentra el barrio de la embajadas en cuyo interior está la preciosa iglesia ortodoxa rusa de San Nicolás, patrón de Rusia. Se sitúa en la calle Jaurèsgasse 2.

Esta iglesia con sus 5 bellas cúpulas espigadas, de brillante dorado es muy poco conocida entre los visitantes pero sin dudas puede ser una opción para descubrir otra Viena, por lo que tiene su lugar en este post de cuatro rincones curiosos en Viena.

No es muy antigua, ya que data de finales del S.XIX, y cuyo objetivo era dar servicios religiosos a la importante comunidad rusa que habitaba en Viena. Sus terrenos fueron cedidos para su construcción por la embajada rusa, de ahí su ubicación en este barrio administrativo.

La entrada a este templo es gratuita aunque su interior solo se puede visitar los domingos y es sede de la Diocesis Ortodoxa en Austria, por lo que tiene la similitud a una catedral.

Como curiosidad, su cuidado fue cedido e España durante la I Guerra Mundial, al tratarse de un España neutral en esta contienda.

Durante la II Guerra Mundial fue parcialmente destruida pero rehabilitada en 1.949, curiosamente por la laica URSS que en ese momento dominaba esa zona de Viena.

Muy cerca de esta iglesia aún quedan recuerdos de la II Guerra Mundial como unos enormes refugios antiaéreos de hormigón que construyeron los nazis, capaces de resistir los bombardeos y el paso del tiempo ya que están intactos.

3. La Virgen de la Macarena en el corazón de Viena.

Sí, la Virgen Macarena, una de las imágenes más veneradas de la Semana Santa sevillana, está presente en Viena.

Y es que en una de las plazas más céntricas y bellas de Viena, la Michaelerplazt, donde se sitúa una espectacular puerta que da acceso al Palacio de Hofburg (Puerta de San Miguel), hay un pequeño y bello callejón llamado de los Hasburg donde se sitúa junto a un relieve religioso de la Iglesia anexa de San Miguel, este pequeño mosaico que recuerda que algún sevillano paso por allí y quiso dejar su recuerdo.

Como sevillanos orgullosos que somos este detalle nos encantó. No es gran cosa ni nada, solo un pequeño mosaico que poco se sabe de quién lo colocó ni su historia, pero que nos encantó descubrirlo en Viena y que desde luego es curioso.

Quizás fue un recuerdo de algunos de los muchos feligreses que tiene esta cofradía o un andaluz nostálgico del sur o simplemente un recuerdo a las cofradías de Semana Santa que Fernando I (Rey de Austria de origen español) quiso trasladar con poco éxito a la corte vienesa, ese curioso mosaico está allí.

En el tour que realizamos por Viena, muy recomendable (os lo dejamos por AQUÍ), ni la guía lo conocía y se quedó muy sorprendida.

Además, el pasaje, ya en sí merece pasar por él, es muy tradicional e impacta cuando al salir, te encuentras con la espectacular puerta de San Miguel y sus esculturas representando a Hércules.

Para que no veas que os engañamos con sus vistas, aquí os dejamos este reel que publicamos en Instagram.

4. Las playas de Viena.

Viena puede ser un destinazo, también, como destino veraniego, ya que cuenta con muchisima cultura de la que disfrutar y te ofrece poderte pegarte un remojón en una de sus playas. ¡Sí! sus playas, ya que dispone de varios lugares acondicionados para el baño a orillas del rio Danubio.

El Danubio es uno de los grandes ríos de Europa, en su trazado se encuentra con múltiples ciudades de importancia, pero de las primeras más importantes tras su nacimiento en los Alpes es Viena.

Las playas del Danubio se encuentran en uno de sus brazos y las hay de acceso gratuito y de pago. En nuestro caso elegimos la segunda, ya que disponía de vestuarios y estaba totalmente acondicionada para echar un magnifico día de verano, con su césped, bastante sombra, atracciones para los más pequeños y bar (también se podía acceder con comida y nevera del exterior).

Y respecto al agua, era muy transparente, muy limpia y para nuestra sorpresa no estaba nada fría. Es una gozada pegarse un baño en estas playas en el corazón de Europa.

El nombre de la playa que accedimos es Bundesbab Alta Donau, cuya entrada tiene un precio de 5€. A dicha playa llega el Metro teniendo la parada de Metro el mismo nombre de Alta Donau (tardamos unos 25 minutos en llegar desde el Ayuntamiento de Viena).

Respecto las playas de acceso gratuito, hay una muy cercana a la anterior (5 minutos a pie) llamada Liegewiese a Arbeiterinnenstrand.

Y aquí este post de cuatro curiosos rincones en Viena, que no son grandes monumentos, pero que amenizan el viaje e incentiva la curiosidad.

Si os apetece seguir conociendo otros lugares poco conocidos de capitales europeas, pincha AQUÍ.

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